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- La carrera del triunfo
Escrito por: Unknown
martes, 8 de octubre de 2013
Cada día que pasaba se sentía más feliz, siempre sobresaliendo y rompiendo barreras nuevas. Lo suyo era el atletismo, no paraba de dar el todo de él. Era un chico de porte atlético y tez trigueña al que yo admiraba; su nombre era Oscar.
Con
tan solo trece años corría como ráfaga de viento, pensar que iba a ganar era ya
una predicción para todos sus admiradores; sus triunfos ya eran los nuestros.
Vivía
en un hogar muy pobre de la ciudad de Sicuani allá en el viejo Cusco, junto a
su abuelo y su madre, pero al que más quería era a su abuelo, quien le contaba
de sus hazañas como ex atleta profesional y que
a la vez le prodigaba de consejos.
Una
mañana, Oscar se paseaba por los arrabales practicando su deporte favorito: las
carreras, y sin que se diese cuenta ni tuviese tiempo para reaccionar, un auto blanco
conducido sin control impacto violentamente contra él, dejándolo tendido en
medio de la pista y luego postrado en la sala de un hospital.
Cuando
despertó, luego de muchas horas de inconsciencia, Oscar se dio cuenta que ya no
era el mismo de antes. Asustado trató de levantarse, pero no pudo. Gritó
desesperado, y su lamento se escuchaba en todos los pasadizos. El accidente
había sido grave y ya no tenía sus piernas; se la habían amputado. Sus gritos
iban en aumento, su madre y abuelo lloraban junto a él; los médicos consternados
tuvieron que sedarlo.
Había
pasado mucho tiempo y Oscar se encontraba postrado en un sillón sin decir palabra
alguna, parecía como si la muerte se hubiera apoderado de él. Desdichado
lloraba su tragedia; ya no podía seguir haciendo lo que más amaba: correr. Entre
sollozos pronunciaba - ¡Ya nunca más volverá a ser igual mi vida, ya nunca más
podré correr. Dios, dame fuerzas desde tu cielo para que pueda continuar
viviendo!
Después
de cinco años de sufrimiento, por fin parecía llegar una luz de esperanza. El
abuelo le consiguió unas prótesis en un programa de televisión que ofrecía
ayuda a personas con discapacidad. Oscar se resistió a ponérselas y no las
acepto porque le hacían sentir muy mal.
El
abuelo, al ver la apática actitud de su nieto lo llevó al parque en una silla
de ruedas. Oscar no sentía ganas de hacer nada, el abuelo lo dejó un momento, y
mientras cruzaba la calle, un auto que venía a alta velocidad lo atropello; Oscar
trato de alcanzarlo pero no lo logró.
El abuelo
aún estaba vivo. Oscar lloró abrazándolo fuertemente y el abuelo le dijo sus
últimas palabras - Cumple tus sueños hijo, no dejes que el dolor te domine y te
doblegue, hazlo por este viejo que te alentara desde el cielo, sigue la carrera
de tu vida.
-¡Noooo!
No me dejes abuelo, si tú quieres que corra lo haré pero no te vayas. –
imploraba desconsoladamente Oscar.
Después
de la muerte del abuelo Oscar se puso las prótesis recordando su promesa. Empezó
a caminar poco a poco, ya que hacerlo no era fácil. Trataba de mejorar, pero
siempre terminaba en el suelo; caía y lloraba recordando a su abuelo, sentía
que nunca más podría correr. La promesa había sido su fuente inspiradora, se
levantaba a las cuatro de la mañana para entrenar, y no paraba hasta el
mediodía; le costaba mucho hacerlo pero tenía que lograrlo, y su madre junto a
él brindaba su apoyo incondicional.
Se
inscribió para participar en uno de esos concursos de atletismo que organizaba
su distrito, la gente se llevó una gran sorpresa cuando lo vieron con sus
prótesis. La carrera dio inicio y Oscar lo hacía muy bien hasta que por un
desequilibrio cayó en plena carrera, la gente se quedó impactada con lo ocurrido.
Uno de los participantes se detuvo para ayudarlo, lo levanto y juntos terminaron
la carrera, la gente los aplaudió aunque no ganaron.
Tiempo
después participo en otro evento en el que con gran esfuerzo logró el tercer
puesto. Un ex entrenador al ver su participación en la competencia, interesado
en él se acercó y le propuso ayudarlo, días después trabajaba muy duró con él y
decía que si un atleta profesional entrena doce horas, él debía hacer el doble
de esfuerzo, sin parar y con mucho entusiasmo y empeño.
El
entrenador tuvo que tocar puertas para conseguir financiamiento y lograr la
participación de Oscar en las competencias de atletismo organizados por su
región, y cada vez que lo hacía era más admirado por las personas, hasta él
mismo sintió que volvía a renacer. Gracias a sus esfuerzos llegó a ocupar el
primer lugar en varias competencias.
La
región del Cusco ya tenía a su representante a nivel nacional, un flamante
deportista, héroe ejemplar de la juventud cusqueña, no solo por sus triunfos
sino por su valentía de demostrar que nada puede ser un obstáculo para
conseguir nuestros sueños.
Oscar
no
paraba de entrenar día tras día, algunas veces pensaba que no llegaría a
ganar esta etapa, se sentía limitado; su madre le daba ánimos y todos
nosotros
le prometimos estar junto con él en la carrera. Llegó el momento de la
gran prueba. Atletas de diversas regiones estaban en el punto
de partida. La carrera se inició; todos gritaban hurras para Oscar,
mientras él
con su singular estilo recorría la pista. Su sueño de llegar tan lejos
se había
hecho realidad: representar al Cusco. Su madre lloraba de alegría al ver
a su
hijo cumplir su sueño.
Al final
de la carrera anunciaron al ganador, era Oscar, todos celebraban su triunfo con
gritos y llantos de felicidad. Sus admiradores lo levantaban en brazos y él
declaraba ante la prensa: - "Hoy verdaderamente es el día más feliz de mi
vida. Haber sido seleccionado para representar al equipo de Perú en los Juegos
Olímpicos de Río de Janeiro 2016; es realmente un honor y estoy muy satisfecho
de que hayan fructificado todos estos años de arduo trabajo, determinación y
sacrificio" - palabras de un triunfador. Ahora su sueño había crecido; su
meta era ganar los juegos olímpicos de Río de Janeiro.
Shakira Malionof Mamani Bonifacio
Colegio Emblemático del Perú " Mateo Pumacahua"
2do A - 2013
2do A - 2013
