sábado, 1 de marzo de 2014
El 12 de abril de 1539 nació en
el Cusco el Inca Garcilaso de la Vega, hijo mestizo del capitán español
Garcilaso de la Vega y Vargas y de la princesa Isabel Chimpu Ocllo, nieta del
Inca Túpac Yupanqui y sobrina del Inca Huayna Cápac, quien gracias a su obra
literaria se convirtió en la máxima expresión del alma mestiza y símbolo de
peruanidad en este nuestro Perú "de todas las sangres".
A los 20 años el joven mestizo
partió a España en busca de los parientes de su padre, esperando recibir una
pensión por los servicios que aquél había prestado a la Corona, gracia que no y
consigue. Ingresa entonces a la milicia al servicio del rey, para luego
retirarse a la aldea de Montilla y posteriormente a la ciudad de Córdoba donde
lleva una vida solitaria y silenciosa, dedicada a recordar su infancia
cusqueña, leer y escribir.
Su obra literaria se inicia con la
traducción de los "Diálogos de Amor", célebre libro del judío portugués
León el Hebreo. Escribe luego "La Florida del Inca" en la que revive
la saga de Hernando de Soto y sus hazañas en la conquista de La Florida.
Posteriormente dedica toda su atención a escribir la historia de su lejana
patria.
En base a los relatos que escuchara
en su juventud de labios de sus parientes indígenas, así como a los episodios
vividos por él mismo y las noticias que obtiene de testigos de la conquista del
Perú que ya han regresado a España, en particular del mestizo Blas Valera –natural
de Chachapoyas–, escribe su obra cumbre: "Comentarios Reales de los Incas",
que relata con maestría la historia de los Incas, el descubrimiento y conquista
del Imperio Incaico y las guerras civiles entre los conquistadores españoles.
En Garcilaso reconocemos no sólo
al gran cronista de nuestra historia antigua, sino a un símbolo de la
peruanidad, máxima expresión del alma mestiza. Fallecido el Inca en abril de
1616, en Córdoba, sus restos descansan en la catedral de dicha ciudad española.
