sábado, 1 de marzo de 2014
La educación es el más valioso
con que nos pueden dar nuestros padres. Para ello nos educan en el hogar desde
pequeños, pero luego, cuando llegamos a la escuela, nos reciben nuestros
maestros que con alegría y dedicación van a complementar nuestra formación. La
educación tiene pues, dos grandes pilares: el hogar y la escuela.
Gracias a la educación se forja
nuestro desarrollo integral como personas, lo que nos permite incorporarnos a
la sociedad y ganarnos un lugar en ella. Nos desarrollamos en los campos de las
ciencias, las humanidades, las técnicas, las artes y el deporte, para tener una
mente lúcida y una inteligencia cultivada en un cuerpo sano, lo que nos
permitirá ser el día de mañana hombres y mujeres útiles a nuestra familia y a
nuestra patria; ciudadanos orgullosos de nosotros mismos y libres, porque la
libertad es el mayor tesoro del hombre se consigue con la educación que nos
prepara la vida, con la profesión que nos permita vivir dignamente y sin la
opresión e injusticias que agobian al ignorante.
Nuestros padres tienen el deber
de educarnos y hacen todo lo posible para lograrnos, muchas veces con grandes
sacrificios. El estado, por su parte reconoce y garantiza la libertad de enseñanza
y costea la educación pública. Nuestro paso por el colegio, entonces debemos
aprovecharlo al máximo. Nuestros maestros han estudiado mucho y se han
preparado para recibirnos con mucho cariño y ofrecernos todo lo que saben. De
nuestros dependerá que no desperdiciemos esta oportunidad de aprender y que no
echemos en saco roto el esfuerzo de nuestros padres y nuestros maestros.
¿Qué nos corresponde a nosotros
en esta tarea educativa? Antes que nada, prestar atención a todo lo que nos
dicen los maestros; participar con entusiasmo en todos los ejercicios que nos
proponen; hacer con prontitud y con esmero las tareas que nos encomiendan;
asistir puntualmente con la debida pulcritud a las clases; y, por supuesto,
llevarnos bien con nuestros compañeros por que la amistad que se oculta en la
escuela dura toda la vida: un amigo en una gran tesoro que debemos conservar
siempre.
